martes, 26 de octubre de 2010

RITA PIKTA, anciana, sanadora y sabia

RITA PIKTA,
miembro del Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas


"No hay quien baile mejor o peor que yo"

Nací en un barco de pesca, en una isla de 6 km2,en Alaska, soy yupik. Viuda, me queda una hija y 6 nietos. Fui la primera persona en Alaska que obtuvo el título de médico de Medicina Tradicional y como tal trabajo en la Fundación South Central,pero no he ido a la escuela.

Su bisabuela conocía el camino que usted iba a recorrer...

Yo me crié con las abuelas sabias, caminé con ellas y aprendí de ellas sin hacer preguntas.

¿Por qué sin preguntas?

La mejor manera de enseñar es sencillamente siendo.

Sí, señora.

Todas las abuelas sabían que yo sería una gran sanadora y una líder espiritual, pero la que más confiaba en mí era mi bisabuela, fue ella la que me entregó las trece piedras y las trece plumas de águila, para "cuando las abuelas por fin se reúnan".

¿Todas ustedes tienen visiones?

Sí, yo empecé a tenerlas a los cuatro años y desde entonces tengo el poder de sanar y lo ejerzo, pero le aseguro que yo no hago nada, simplemente me entrego.

Eso es mucho.

Nada me pertenece, no tengo nada, todo lo dejo ir y no pienso sobre ello. La contrapartida es que nada me hiere.

Pero tuvo un cáncer.

Las enfermedades vienen de la rabia, una rabia sostenida y soterrada se convierte en enfermedad. Yo acumulé ira desde mi infancia. Mi padre murió un mes antes de que yo naciera y siempre lo añoré. Y quería tener una nariz hermosa, un perfil como el de Elizabeth Taylor, y bonitos vestidos.

¿Y qué le dijo la abuela?

Que si quería verme una nariz hermosa, me limpiara por dentro. Bella por dentro es bella por fuera. Tuve que aprender sobre mí misma, entender que sólo existe la abundancia y que para vivir en paz hay que perdonar. Al dolor hay que dejarlo marchar.

Dicho por usted, parece sencillo.

El problema es que nos olvidamos de lo que esencialmente somos. Nos emperramos en hacer cosas en lugar de permitirnos no hacerlas. Siempre esforzándonos, queriendo gustar a alguien, queriendo ser fuertes.

La otra opción no la veo clara...

Permitirnos ser, es decir: ser nosotros mismos, tomarnos nuestro tiempo para hacer lo que debemos hacer, ser más flexibles. Conocernos y compartir.

"El empeño que ponemos en ser perfectos es lo que nos hace sufrir tanto".

Sí, eso pienso. Y también pienso que a veces la gente está aferrada a su sufrimiento.

¿Y qué le ha ayudado a conocerse a sí misma?

Me he deshecho de mi ego, no hay quien baile mejor o peor que yo. Todo lo que veo es hermoso, así que quiero que todo el mundo vea todo hermoso y que aprendan a amarse a ellos mismos y compartirlo con todos los demás.

¿Y cómo se llega ahí?

En mi pueblo, desde muy pequeñitos se les enseña a los niños que lo que piensan tienen que sentirlo y que lo que sienten tienen que pensarlo.

¿Qué le ayudó a superar la muerte de cinco hijos?

Sueño que han crecido y que me están ayudando. A veces pienso que si vivieran aquí igual me causarían dificultades. Están en el otro lado y me protegen, y yo les doy las gracias todos los días. No puedo agarrarme a ellos, fui un instrumento para traerlos a este mundo de camino al siguiente.

...

Cuando era pequeña, mi madre solía decirme que cuando vamos al otro lado nos convertimos en estrellas y que hay muchas ventanas en el universo que nos están mirando.

¿Elegimos la vida que vivimos?

Sí. Estamos aquí por una razón, así que debemos hacerlo lo mejor que sepamos, agrandar nuestro espíritu, ser sabios, porque eso es lo único que nos llevamos.

¿Y usted cómo supo cuál era su destino?

"Soy una niña - le dije al gran espíritu-. Mañana me marcharé, pero, mientras tanto, ¿qué es lo que se supone que debo hacer? Muéstrame el camino".

¿Se lo mostró?

No, el camino simplemente viene si aprendes a escucharte a ti mismo y tratas a todo el mundo como te gusta que te traten a ti. Mi bisabuela me enseñó hace mucho tiempo que te conviertes en ser humano cuando aprendes a aceptar, cuando aprendes a fluir. ¿Y sabe lo que decía mi madre?

Algo que me impresionará, seguro...

Mi madre me decía: "Está bien". "Está bien cuando está bien, y está bien cuando no está bien". Es así, pero siempre queremos cambiarlo todo y de esta forma nos agarramos a lo que está mal y no lo dejamos ir.

Está bien.

Cuando lo malo te viene, tienes que aceptarlo y aprender de ello. Cuando una cosa buena viene, la atesoramos como si no volviera a sucedernos nunca más. Pero la vida, como las estaciones, es un ciclo, siempre el mismo y siempre cambiante.

Su pueblo casi fue exterminado, si hubieran aceptado en lugar de luchar por mantenerse, usted no estaría aquí.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos intentó acabar con nuestra cultura negándonos el derecho a la pesca y la caza, y construyeron escuelas para indígenas en las que prohibían a los niños hablar su lengua materna.

Gran error.

Aquello ocurrió, no luchamos, y ahora todo el mundo quiere ser como nosotros, quieren conocernos; les perdonamos, es así como funciona, hemos de desprendernos del ego y de la avaricia de cogerlo todo, ¿para qué lo quieres?...

viernes, 3 de septiembre de 2010

SOHBET: Traga Tu Ira – Y Digiérela

Traga Tu Ira – Y Digiérela
Por Mawlana Sheij al Qabbani (Q)

Aquellos de nosotros cuyos cuerpos físicos han "subido la colina", con ello quiero decir, pasados los cincuenta más o menos, hemos que afrontar el hecho de que, independientemente de lo bien que cuidemos de nosotros mismos, nuestras capacidades físicas se van deteriorando gradualmente: paso a paso nos aproximamos a la muerte.

Pero en cuanto a nuestra condición espiritual, no existe tal límite, no hay una edad en la que estos poderes estén en su máximo, y después vuelvan hacia atrás. El poder espiritual puede continuar creciendo fuertemente a lo largo de nuestras vidas, pero debemos buscar condiciones conducentes a este crecimiento continuo, eliminando aquellas características que amenazan con ahogar esta preciosa planta.
Una de las malas hierbas más dañinas, el mayor enemigo de nuestro crecimiento espiritual, es la ira generada por la vanidad de nuestros egos. Cuando la ira ruge, se traga la luz de la fe, transformándola en fuego. La luz de la Fe es la luz pura de Dios, pero cuando se transforma en fuego ya no ilumina más, quema.

Cuando te veas sobrepasado por la ira, debes correr rápidamente hacia un espejo, y contemplar tu propio rostro. Ese feo espectáculo será suficiente para calmar tu ira, porque: ¿quién quiere tener el aspecto del diablo en persona? Cuando una persona está enfadada, sus acciones son satánicas –destructivas y autodestructivas. Nuestro Grandsheij insistía en la necesidad de abandonar la ira, porque cuando la ira del ego domina a una persona, ésta puede incluso negar fácilmente la soberanía de Dios, y ponerse en rebeldía contra El Todopoderoso –y esto es muy peligroso. La ira también causa estragos en nuestro cuerpo físico, provocando enfermedades y envejecimiento prematuro, especialmente cuando se mantiene un alto nivel de ira a lo largo de un período prolongado de tiempo.

Muy pocas personas pueden echar atrás la ira cuando ésta les asalta. Es por esto que tan poca gente avanza espiritualmente. La razón de que la ira sea tan difícil de derrotar es, simplemente, porque es una parte intrínseca de nuestra constitución física y espiritual. La ira se corresponde al elemento del fuego en nuestra estructura, que está hecha de un equilibrio de fuego, agua, tierra y aire. Sólo aquellas personas entrenadas desde muy jóvenes por padres o profesores con discernimiento habrán aprendido a mantener estos elementos en equilibrio. Para la mayoría de personas, cada uno de estos elementos predominará en diferentes ocasiones, en función las circunstancias externas y las propensiones internas, haciendo mover el equilibrio fuera del centro.

Las llamas del fuego explotan frente a la provocación y el acoso, la agresión o los intentos de someter la voluntad (del niño). Como estas situaciones suelen ser frecuentes en nuestros primeros años, todos somos candidatos a enfadarnos, y desde muy tierna edad.

Nuestro Grandsheij también sugirió que realizáramos un Dhikr (oración-meditación) especial por la noche, para ganar el control en nuestra lucha contra la ira. Cuando te levantes en el último tercio de la noche para llevar a cabo oraciones superrogatorias, y después de realizar tus abluciones, empieza por dirigir tu rostro hacia la Casa de Dios e implóraLe que te ayude en tu intento de someter la ira. Entonces repite cien veces "Ya Halim", que significa "Oh (Dios, que es) Paciente y Lento a la Ira". Este nombre, al-Halim, es un atributo Divino de Dios, que Él desea derramar generosamente sobre nosotros, cuando buscamos recibirlo.
El primer paso es pedir a Dios, de esta forma, que nos ayude a ser pacientes; entonces hemos de meditar sobre este Divino Atributo, para que podamos absorberlo en nuestro ser. Literalmente lo estamos llamando sobre nosotros mismos. A continuación, debemos adoptar una práctica en nuestras vidas diarias que nos lleve a este propósito. Esta práctica es, simplemente, no mostrar ira, incluso cuando sientas la ola que brota en tu interior. No escupas tal ira a los que están a tu alrededor, envenenando la atmósfera, como un dragón que escupe fuego.

Retenla dentro, pero no como un trozo de comida sin digerir; no, tienes que digerirla. Una cierta cantidad de ira es parte integrante de cada personalidad. Sin algo de este fuego en nuestra constitución moriríamos; por ello, es posible para nosotros digerir una cierta cantidad de ira sin sufrir efectos secundarios adversos. Por supuesto, si no cambiáramos durante un largo período de tiempo, y siguiéramos tragando la misma cantidad de ira, sería una sobredosis; pero éste no es el caso, porque con el tiempo nuestra toma de ira disminuye a medida que aprendemos, y se nos garantiza la capacidad de no reaccionar con enfado ante la provocación en primer lugar. Así, igual que el bebé inicialmente bebe grandes cantidades de leche, y después se ajusta a la comida sólida, disminuyendo su consumo de leche drásticamente, nosotros podemos tragar y digerir la ira, con el pleno conocimiento de que otras formas de nutrición aparecerán pronto.

Si podéis conseguir refrenaros y no mostrar ira durante cuarenta días, habréis pasado un gran hito en el camino. Cuando os asedie, tenéis que evadirla, y cuando surja de vosotros, tenéis que tragarla. Si podéis evitarla con éxito durante cuarenta días, la ira empezará a asaltaros con menos frecuencia: una vez cada cuarenta días. Si conseguís manteneros los cuarenta días iniciales, y después, frente a cuarenta asaltos más (cuarenta períodos de cuarenta días, un poco más de cuatro años), Satán anunciará a sus ayudantes: "No os molestéis en atacar a esta persona; sólo estáis gastando vuestro tiempo y energía. Sus defensas son impenetrables: mil ataques son tan fútiles como uno solo. Dejadlo, ha escapado de nuestras manos".

Los ayudantes de Satán son: el ego que sólo piensa en sí mismo, los deseos vanos y el amor por las cosas del mundo: estos son nuestros cuatro grandes enemigos, y quien aprenda a controlar su ira conseguirá la victoria contra estas bajas influencias. En el momento en que sintáis la ira levantándose en vosotros, debéis ser conscientes de que estáis siendo probados. Estas pruebas se os envían en vuestro camino espiritual para conocer vuestra fiabilidad. Se os envían sucesos desagradables desde ese reino, de forma que tengáis la oportunidad de mostrar paciencia, y con ello avanzar hacia vuestro objetivo. Si no existiera ningún beneficio en la ira, ésta no existiría. El beneficio se encuentra en ser paciente frente a ella. Sin pasar esta prueba no es posible mejorar.

La paciencia es la llave hacia las Estaciones Divinas, y esta llave se forja afrontando las situaciones odiosas con paciencia y controlando vuestro enfado. Por ello, la ira es una espada con dos extremos: si podéis coger firmemente su mango, entonces podréis rasgar los velos que están cegando los ojos de vuestro corazón; pero si está en las manos de vuestros enemigos, vuestra fe será cercenada.

viernes, 18 de diciembre de 2009

PRÁCTICAS ESPIRITUALES SUFÍS


El Principal Propósito de las Prácticas Espirituales

Allah ama los corazones heridos.
Estás mezquinando un poco de agua en un cántaro de barro, pero cuando lo rompas ese barro volverá al lago de donde vino.
Nuestros egos tratan de impedir esa reunión, y siempre se oponen a cualquier sugerencia de la necesidad de buscar la unión.
El pricipal propósito de las prácticas espirituales en cualquier Tradición, este u oeste, es permitirnos vencer la oposición presentada por nuestros egos, para poder continuar nuestro viaje hacia los Océanos de Unidad.

La Fórmula para el Éxito

Esta es la fórmula para el éxito: liberarnos a nosotros mismos de la obsesión de ocupaciones mundanas para para ser capaces de concentrarnos en el Trabajo Espiritual para el que hemos sido creados.


Del libro " Prácticas Espirituales Sufis" de Mawlana Sheikh Nazim